Tenía la el pelo oscuro, la mirada negra y un tesoro entre las piernas.
Su piel sabía a canela y sus labios a cerveza y, mientras fumaba un cigarrillo cerraba los ojos, como en mitad del orgasmo más perfecto. Vestía con ropa tan negra que resplandecía mientras los rayos de sol conformaban su sombra. Caminaba como un gato. Algunas veces llegué a pensar que era un gato.
Te desnudaba con la mirada. Te desnudaba con los ojos de la misma forma en la que te desnuda con las manos; poco a poco y en silencio, haciéndote hervir por dentro, buscando los suspiros más ocultos en la parte más profunda.
Te devora. Te devora rápido, casi sin que te des cuenta.
Y, como no te has dado cuenta, luego siempre quieres más.
Pero, para entonces, el Príncipe de las desdichas ya se ha ido.
Te ha dejado con una cama deshecha y un corazón que ya no sabe como latir...
Y tanto...
ResponderEliminarSin decir nada, desaparece.
Y quien llora? El hijodeputa? No, él no ;)
En fin, sabes que? Tu blog no me encanta, lo siguiente! llevo unos dias metiendome varias veces a ver si escribias algo nuevo :)
Besazoooooooos =3
Si creo q yo tambien fui amante-victima de el
ResponderEliminarSi de verdad existieran los príncipes, ese no se hubiera ido.
ResponderEliminarDe todas formas ya no hay princesas, no tienes porque tener la presión de verte obligada a esperarle.
Hermosa la entrada! Muy buena la forma en que relatas esos sentimientos!
ResponderEliminarSalu2
ya he actualizado, por tí.
ResponderEliminarrequetemacanudo tu entrada!!
ResponderEliminaren serio, es que escribes cosas todas tan bonitas ^^
Entrada preciosa, que bien escribes.
ResponderEliminarLa foto es genial tambien!
Un beso
Me encanta el Príncipe de las desdichas,igual que encanta como escribes :)
ResponderEliminarese texto con la foto de Miyavi... inmejorable combinación.
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